Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio
Memorabilia. Cap. III

(Fotografía. 2017–2020)

A Belelo y Belela.



«Yo quiero saber qué es esta foto, porque esta foto quiere decir algo». Esto me lo dijo un día mi abuela, no sé por qué, ni tampoco sé a qué foto se refería. Seguramente estábamos viendo un álbum antiguo, ya no me acuerdo. Yo apunté la frase en una nota del móvil que tenía reservada para anotar las cosas que me decía cuando los tiempos y los recuerdos se mezclaban en su voz, o también para cuando el presente se presentaba ante ella y podía verlo, vernos y hablarnos. Ella tenía algo que también tienen las fotografías de las flores y de las plantas: bellas, contenidas y atemporales.

 

Durante el desarrollo de mi investigación artística alrededor de la memoria, un evento personal detonó un camino paralelo sobre la misma temática abriendo un nuevo proyecto. Se trataba de una situación que se repite en muchas familias: el momento de recoger la vivenda de una persona fallecida. En mi caso (en nuestro caso), sucedía al mismo tiempo que la memoria de mi abuela comenzaba a resentirse. Todo ello, unido a mi propio carácter, me llevó a guardar objetos cuyo valor era fundamentalmente identitario, como pequeños retratos que hablaban de las personas que fueron.

Transité estas vivencias a lo largo de los años acompañada del medio artístico, fundamentalmente a través de la intersección entre imagen y memoria. Fue así como llegué a esta serie fotográfica, explorando el recuerdo a través de la escenificación de objetos en un telón colorido que los aislaba de su contexto original, a modo de retratos o pequeños altares en los que, sin embargo, hay algo que falta. A través de ese vacío, los bodegones exploran la ausencia y la naturaleza huidiza de la memoria. Los objetos actúan como mediadores de una historia a la que yo llego tarde y cuya capacidad para narrarla es limitada porque puede ser alterada fácilmente.





«Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio». Esto me lo decía mucho mi abuelo, del que probablemente heredé mi querencia por el orden, las listas y el conservar cuidadosamente los objetos. Y de esa forma aprendí a dar orden a las cosas: no solo para guardarlas de manera adecuada, sino para poder encontrarlas en un futuro.